lunes, 29 de agosto de 2011

Los Artistas del Pueblo. 1920 - 1930. Primera Parte.

Tengo un particular aprecio por el grupo de artistas constituído por José Arato, Adolfo Bellocq, Agustín Riganelli, Guillermo Facio Hebequer y Abraham Regino Vigo, conocido como Los Artistas del Pueblo. Los descubrí a la pasada, debido a que sus nombres eran mencionados sin profundizar en sus obras o su actuación, como en un simple repaso. Resultó que cuando empecé a interesarme por ellos, se me hizo difícil conseguir material al respecto. Casi de casualidad conseguí este catálogo de una muestra realizada en Osde (que lamentablemente me perdí), cuya circulación fue cuanto menos, restringida. Paulatinamente fui encontrando material disperso, catálogos de muestras, fascículos, breves, mal impresos y con imágenes poco nítidas, pero con información de gran interés. Gran parte de la actual reivindicación que experimentan Los Artistas del Pueblo se debe a Miguel Ángel Muñoz, un estudioso del tema. Agradezco su inmensurable aporte desde este modesto blog.
Este catálogo es probablemente el estudio más extenso publicado de ellos en la Argentina -recordar que el más basto es el de Patrick Frank- y siempre de la pluma de Muñoz.


Los Artistas del Pueblo fueron los primeros en Argentina -y hay quién sostiene que en América Latina- en lograr fusionar su producción artística con su vida militante; fueron también, los primeros en cuestionar las incipiente institución artística empleando estrategias propias de la lucha política, en el campo artístico; los primeros en llevar el arte a circuitos allende de museos y galerias.

La primera entrada  coincide con las páginas informativas del libro, por lo que será en las próximas en donde tomarán protagonismo las estampas. Sin embargo sostengo que posee particular interés la parte de documentación escrita, debido a que no es mucho lo que se consigue; además sirve para complementar las acotadas historias del arte que delimitan ese período a la puja entre arte tradicional y arte moderno o de vanguardia.

Pretendo también subir de a poco lo más destacable de la bibliografía que poseo de Los Artistas del Pueblo:

.El fascículo de Grabadores Argentinos del Siglo XX: Facio Hebequer.de Alberto Collazo publicado por el CEAL.
.El catálogo de una muestra de Los Artistas del Pueblo. publicado por la SAAP en 1989, escrito por Miguel ÁngelMuñóz y Diana Wechsler.
.El catálogo de la muestra de Abraham Vigo, también escrito por Muñóz.


Quedarán en el tintero el libro de Patrick Frank, Los Artistas del Pueblo, Prints and Workers´culture in Buenos Aires, 1917- 1936 y el libro Santiago Stagnaro Hombre de Juan M. Guastavino, por tener más relevancia en materia de texto -además de ser demasiado extensos- y el fascículo del CEAL de Agustín Riganelli, que ignora olímpicamente su participación en el grupo de los cinco.
En cualquier caso, si alguien los precisa, no tiene más que comentar y veré cómo me las arreglo para hacérselo llegar.

Sin duda no es éste el post con menos texto, pero creo necesario que circule la información.

Por eso dejo, a continuación la primera parte de una monografía que realicé en algún momento cuyo objeto era partir de las primeras manifestaciones artísticas que esbozaron un programa estético/ político en el ámbito local para poder establecer conexiones con las vanguardias de los años 60 y sus ideas en torno al concepto de revolución. Mi interés fue poder hacer dialogar a los introductores de un ideario revolucionario en el campo artístico con aquellos actores que llevaron estas propuestas a sus formas más radicales y renovadoras. Obviamente el trasfondo era reivindicar el aporte de Los Artistas del Pueblo, y ver que sus prácticas fueron precursoras y posteriormente retomadas en los años 60, aunque los historiadores no quieran ver que los planteos vanguardistas no fueron innovadores en muchas de sus "tácticas".
No es que sea reveladora ni mucho menos, pero creo que puede servir para contextualizar un poco el momento en que surge el grupo.

Modernización del campo artístico. Generación del 80.

La Sociedad Estímulo de Bellas Artes (SEBA) con su formalización como tal -en 1876- da inicio, en la Argentina, a un proceso de modernización en el campo artístico, que se sucede al margen de políticas públicas, limitadas al otorgamiento de becas.
Los encargados de cimentar una renovación plástica fueron los artistas de la llamada “Generación del 80”. Son ellos los fundadores de la SEBA; participan a su vez, de la creación del Ateneo, una agrupación de escritores, músicos y artistas que organiza entre 1892 y 1896 cuatro Salones anuales en los que se exhiben obras seleccionadas mediante un jurado;  introducen el estudio del natural y participan de los primeros debates en torno a un arte nacional; Schiaffino -uno de sus más notables integrantes- gestiona la creación del Museo Nacional de Bellas Artes, siendo él su primer director.

Junto a los artistas surgió la práctica del coleccionismo; de Guerrico, Del Valle, Piñero y Rossi viajan a Europa para adquirir obras en muchos casos con la intención de que constituyeran en un futuro el patrimonio del MNBA.
El fenómeno de la crítica se sistematiza, y confronta con la renovación plástica que plantean los artistas argentinos a través de sus obras.
Durante su estadía en Europa, lugar ineludible de formación y consagración para los pintores argentinos, aparecen algunos testimonios de preocupación por los conflictos obreros. La temática social se reduce a escasas obras durante este período que coincide con un clima de agitación en el viejo continente, en donde aún están candentes las refriegas de la Comuna de París y los conflictos sociales. El interés de los argentinos es rápidamente superado por otra preocupación más acorde con el contexto propio, el poder establecer las bases de un arte nacional[1]. Así, al crear las instituciones encargadas de legitimar la producción artística posibilitan también el debate acerca de la concepción de un arte nacional.

En este marco toma relevancia la figura de Pío Collivadino, artista ubicado temporalmente entre la generación del 80 y la introducción de las vanguardias a mediado de los 20[2]. En sus obras se encuentran los primeros testimonios de los cambios demográficos de la urbe, por la que transitaba con su taller ambulante. A través de sus óleos se asiste a la modernización de la ciudad cosmopolita; tomando distancia del resto de los pintores de temática paisajista –que focalizan en temas campestres-, sus cuadros y sus grabados hacen visibles los barrios obreros, las periferias de la ciudad. Además de la incipiente urbanización, el mundo del trabajo es otro de sus temas (inicialmente valiéndose de imágenes naturalistas).
Nombrado director de la Academia introduce –en 1911- el estudio del aguafuerte, técnica aprendida durante su estadía en Europa y de la que no habían más que algunas experiencias aisladas, llevadas a cabo por Sívori el siglo anterior.

Los Precursores. Artistas del Pueblo.

La década del 10 inicia con las instituciones artísticas relativamente afianzadas; a los emprendimientos públicos se suman los privados: las producciones circulan tanto en la Sociedad Estímulo, en el MNBA como en Salón Costa y la Galería Witcomb. El Salón Nacional Anual organizado por el MNBA tuvo su comienzo en 1911 y se convirtió en el espacio oficial de consagración de los artistas nacionales. Con el fin de promover la producción local se otorgó, en el marco del Salón, el Premio Adquisición. Existió por parte de las autoridades ciertos favoritismos y preferencias (ante obras académicas o impresionistas) a la hora de la selección y premiación de los envíos.
Como reacción ante el salón se organizó el Salón de Obras Recusadas en el Salón de 1914, un emprendimiento llevado a cabo por un grupo de artistas que conformaron ocasionalmente una Cooperativa Artística, que alquiló un pequeño espacio para el evento. La muestra fue acompañada por un catálogo, en el que Diana Wechsler lee el primer manifiesto de la modernización artística[3]. Su carácter es de denuncia frente a la ausencia de un arte social, ante la inferencia de la Comisión Nacional que monopoliza la forma de apreciar y entender el arte[4]. Patrick Frank los identifica como los primeros del continente en relacionar el arte con la política, anticipándose en algunos años a los muralistas mexicanos[5].

Así tienen lugar un episodio inaugural en nuestro país: una acción antiinstitucional sin precedente alguno, que constituye la primera participación en conjunto de lo que más tarde serían los “Artistas del Pueblo”, José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer, Agustín Riganelli y Abraham Regino Vigo. Las palabras de Facio Hebequer años más tarde evidencian la ideología que guió la acción de los participantes de la muestra: 

“Como siempre, el Salón estaba en manos de una camarilla, que cometía las injusticias más irritantes (...) A nuestro grupo (...) se le negaba la entrada al Salón con el pretexto de los ‘asuntos’. El arrabal y su gente, vistos con un sentido socialmente revolucionario, cosa que desentonaba terriblemente  con la pintura ‘oficial’ pacata, relamida y circunspecta (...) Las injusticias que año tras año se cometían, habían preparado nuestro ánimo para acciones heroicas. No se ría amigo. En esa época, nuestro gesto era de real heroicidad. El ambiente era cerrado y hostil. De una hostilidad tozuda y brutal que no es posible imaginar. No se creía entonces en injusticias del jurado. Se creía formal y elegantemente en la torpeza del rechazado (...) forjados en una vida de luchas en los talleres y en el campo obrero, nada nos arredraba y nos propusimos demostrar las injusticias de los jurados, organizando un Salón de Rechazados”.















[1] Malosetti Costa y Sylvia Iparraguirre, identifican en estos artistas el inicio de esta búsqueda.
[2] Xul Solar regresa a Buenos Aires junto con Pettoruti en 1924, y se vincula a la vanguardia literaria y plástica nucleada en torno a la revista Martín Fierro (Figari, Marechal, Borges, Girondo, Güiraldes). Gómez Cornet ya había regresado al país importando la pintura metafísica que abandonaría poco después.
[3] Muñóz, Miguel Ángel y Wechsler, Diana. Los Artistas del Pueblo. SAAP. 1989.
[4] Parte del catálogo señala que: “Nada innovamos. Concurrimos con nuestros esfuerzos particulares a llenar un vacío que existe en nuestro naciente arte social”.
“Porque si todo queda reducido a lo que haga y crea mejor la Comisión Nacional, el público y los artistas vendrían a tener un tutor autoritario que impone su voluntad”.
[5] Suplemento Ñ de cultura. 13. 06. 08

martes, 23 de agosto de 2011

Lasar Segall.


















Dejo una selección de trabajos del gran pintor Lasar Segall pertenecientes a su período de "Expresionismo Constructivo" (según sus propias palabras), que abarca su producción de los años 1913-1919 . 
A mi modo de ver (límitado y poco entendido en lo que a pintura respecta) se trata del más interesante de ellos; sin embargo, iré subiendo obras posteriores, debido a que el lituano/ brasilero es uno de los pintores que más me gustan.  
Las imágenes corresponden al libro editado por Velox.

(Click acá para acceder a las segunda parte del post)

martes, 16 de agosto de 2011

Frans Masereel. Das Gesicht Hamburgs. 80 Holzschnitte. Primera Parte.





















El artista grabador Benavidez Bedoya ha dedicado algunas entradas de uno de sus blogs a la obra de Frans Masereel. Como siempre resulta de interés el análisis que pueda realizar una artista sobre otro –y aún más considerando la indiscutible calidad de ambos- transcribo a continuación parte del texto:

“Frans Masereel, belga de origen flamenco fue un gran grabador de principios del siglo XX. Fue muy conocido en todo el mundo, ganó, como Berni, el Gran Premio de Grabado de la Bienal de Venecia. Al ser un pensador de izquierdas, un libertario, su imagen tuvo influencia en todos los artistas gráficos de esa corriente, incluso en la Argentina, donde influyó muchísimo en los Artistas del Pueblo, marcándoles las formas de denuncia más efectivas. Y en otros grabadores, como Víctor Rebuffo desde la misma composición gráfica. En los recientes textos publicados sobre estos artistas no aparece, en su justa dimensión, este “jefe de fila”, que estableció soportes visuales y compositivos, para la efectiva trasmisión de relatos políticos. (…) Masereel bocetaba con pincel y tinta china retocando con témpera blanca y luego transfería a la matriz la imagen para la talla final. El grabado respeta el trazado del pincel.

(…)Trabajaba en grandes series con guiones diferentes pero iguales intenciones sociales, libertarias, humanistas y poéticas. Estas series configuraban libros con los tamaños de los grabados regularizados para facilitar su edición futura (…).
Las series o libros son: La Pasión del Hombre (1918) (…) sobre las luchas sociales. Mi libro de horas (1919)  (que) trata sobre las cosas que un buen dirigente social, debe saber, o rechazar, amar o hacer por el bien de sus compañeros de clase. Paradigma del dirigente. El sol (1919). Utiliza al sol en todos los grabados como elemento clarificador de los conflictos (…). La Idea (1920) (a cerca) del nacimiento de una Idea humanista y las dificultades que tiene para desarrollarse e instalarse en el devenir histórico. Tiene asunto de tipo social. La ciudad (1925). Trata sobre la ciudad moderna y todas sus contradicciones, al estilo de “Londres” de Gustav Doré.”


Faltarían nombrar algunas obras como Geschichte Ohne Worte (1927), Landschaften und Stimmungen (1929), y la que nos ocupa Das Gesicht Hamburg (1964).